Crónica del inmovilismo
(Madrugada de hierro)
Quiero ser directo como una flecha.
Dejar de decir, ser letal.
Ir de frente al medio del pecho.
Pero doy vueltas en
una órbita oblicua
con la
convicción
irreparable
de no entender
que sigues siendo el centro.
Me cuesta tanto la cortesía
y se me hace tan duramente fácil el verso.
No te vayas tan rápido.
No creas que no sé que te has ido.
Pero estás en todo
y todavía quisiera poder deambular
por algún sitio,
así ya no sea por tu calle
ni por tus días,
ni por ningún maldito sitio
por el quisiera andar a paso suelto,
con libertad de niño.
Déjame orbitar mi entelequia,
guárdale silencio a mis palabras.
Yo trataré de ser ese hombre que no recuerda nada de lo que ha soñado.
Han caído ya diez mil cucharitas en ese sueño de ceniza,
en la mirada de perro de mi tiempo detenido,
perversamente quieto
y punti-
agu-
do.
12:34am
1 comentario:
Javier, idem
Publicar un comentario