sábado, 28 de junio de 2008

Junio

Una tarde de Junio en mi ciudad,
es como esconderse entre algodones plomos
con una tristeza latente y una lluvia seca que moja todo,
hasta las medias dentro de los zapatos.

Casi sin querer, así de repente como un tropiezo,
me he dado cuenta de que mis poemas son de Junio,
y son de Lima.

¿Es que acaso aprendí a escribir
en la media luz y la vida a medias
de los días de invierno?

Mi primer poema era una llamada de atención.
Tenía una rima rígida, construida casi sin esfuerzo
en medio de unos catorce años neblinosos.

Gané un concurso en el colegio.

14 de Mayo de 1999, un lapicero azul, un cuaderno ya amarillo.
Eran las 6 de la tarde.
Sí, media luz y vida a medias. Hacía frío también,
no era tiempo de aquellos veranos prolongados.

Cada vez que tengo frío escribo algo,
he ahí la fórmula de mi relatividad.

Tenía razón Javier,
cuando pasa el tiempo
éste es un trabajo de artesano.

Crónica del inmovilismo

(Madrugada de hierro)


Quiero ser directo como una flecha.

Dejar de decir, ser letal.

Ir de frente al medio del pecho.

Pero doy vueltas en

una órbita oblicua

con la

convicción

irreparable

de no entender

que sigues siendo el centro.


Me cuesta tanto la cortesía

y se me hace tan duramente fácil el verso.


No te vayas tan rápido.

No creas que no sé que te has ido.

Pero estás en todo

y todavía quisiera poder deambular

por algún sitio,

así ya no sea por tu calle

ni por tus días,

ni por ningún maldito sitio

por el quisiera andar a paso suelto,

con libertad de niño.


Déjame orbitar mi entelequia,

guárdale silencio a mis palabras.


Yo trataré de ser ese hombre que no recuerda nada de lo que ha soñado.

Han caído ya diez mil cucharitas en ese sueño de ceniza,

en la mirada de perro de mi tiempo detenido,

perversamente quieto

y punti-

agu-

do.



12:34am