domingo, 17 de agosto de 2008

Higuera

Los versos están aún crudos.
Sólo está maduro
mi desconsuelo,
pero no se cae como los higos blandos
de la casa de Magdalena.

Tu ausencia es más rígida
que los árboles centenarios.
Ni siquiera tímidos gorriones
osan posarse en tus envolturas de
madera gruesa, de corteza firme y dura,
acaso acero de otro mundo
o sólo un halo de realidad
groseramente encima de tu corazón suave,
de tu sonrisa amplia,
donde tantas veces me abrigué por las tardes.

Temen morir congelados al rondarte
o ser devorados por duendes verdaderos,
esos que son serios y de rostro apretujado.

Y también temo morir yo,
absorto de este abismo insondable,
abrazado a la inmensidad del silencio
con la inocencia de
un niño que inserta su meñique en el enchufe.



12:00am 1/8/8

No hay comentarios: